A 11 días de terminar la campaña ya hemos superado el 40% de lo que necesitamos. Ahora más que nunca necesitamos el último empujón.
Si lo pienso, creo que aún andamos alejados, pero si lo siento, creo que en estos últimos días, la gente se va a movilizar lo máximo posible. Siento que la gente va a seguir aportanto gotitas y más gotitas para conseguir esa gran ola, que necesitamos. Confío en que el libro lo publicaremos, así que, sintiendo eso, yo sigo contándoros pequeños detalles de Pedro, para que lo conozcáis otro poquito más.
Lo que más le gustaba a Pedro Quirós Bayo, después de contar cuentos, era la formación.
Tenía una voz que lo caracterizaba especialmente y para conseguirlo se esforzó muchísimo en trabajarla, entenderla y cuidarla. Así que con los años también realizó cursos para que otra gente le sacara partido a la suya o incluso viera su potencial.
Le daba igual las edades, se adaptaba a todo tipo de publicos. Disfrutaba enseñando lo que tantos años había aprendido para él mismo. Y lo compartió hasta al final de sus días en colegios, institutos, asociaciones, grupos sociales e incluso para emprendedores (ahora que está tanto de moda).
Para él la comunicación es la base de la vida y era esencial aprender todo lo posible sobre ella.
Mezclaba habilidades sociales con habilidades orientadas a la voz. Al mismo tiempo lo mezclaba todo con las artes escénicas. Decía que todo estaba relacionado con la inteligencia emocional y cómo podíamos expresarla.
Precisamente lo que tanto amaba, lo que tanto estudió y compartió, luego le llevó a un límite insospechado.
Expresar el dolor, los miedos, la frustación y el sufrimiento no es nada fácil, ni siquiera para un experto en el tema. Ahí no somos nadie especilistas, sino vulnerables a los ojos de los demás. Para él era incluso más difícil porque socialmente creía que tenía que guardar una imagen asociada a su profesión. Le costaba entender qué le pasa.
Sólo le delataba su mirada, si la mirabas fíjamente...